domingo, 28 de octubre de 2012

5°: Oncenio de Leguía

3°: Guerra contra España

lunes, 8 de octubre de 2012

Seguid su ejemplo.

Nació Miguel Grau en Piura, tierra de hombres bravos y patriotas, el 27 de julio de 1834. A los nueve años hizo un viaje a Buenaventura en un bergantín particular que naufragó. Aprendió, pues, primero en la vida que en los libros. Fue un colegial taciturno y distraído. Tenía once años cuando empezó a trabajar en la marina mercante. Allí fue desde grumete de marina hasta piloto. Supo de galletas rancias, del agua podrida, de la carne salada, del escorbuto, del incendio, del temporal, del naufragio, de las peleas y de las juergas en los puertos. Había carecido de infancia; pero la suya fue una autentica juventud aventurera. En 1854, este joven lobo de mar quiso ser guardiamarina. Apenas egresado de la Escuela Naval, sirvió en el vapor Rímac, luego en el pailebot Vigilante y posteriormente en el Ucayali y en la fragata Apurímac.

En 1868, luego de un paso por la marina mercante, vestía de nuevo el uniforme de marino como comandante del Huáscar. Defendió al gobierno legal en 1872, apresó en 1874 al barco pierolista sublevado Talismán, fue miembro conspicuo del partido civil y en 1876 representante del Congreso por la provincia de Paita. Comandante General de Marina desde el 1° de junio de 1877, elevó al gobierno una memoria en la que solicitaba que se procediera a comprar buques de guerra para reforzar la escuadra, pues los que teníamos (decía) “han quedado muy atrás de las poderosas naves de guerra que se construyeron en el día”. No se le escuchó.

En las reuniones celebradas en Palacio de Gobierno al estallar la guerra, Grau expresó claramente cuál era la desproporción de fuerzas entre las escuadras peruana y chilena. El Huáscar tenía una coraza de 4 y ½ pulgadas de espesor y los blindados enemigos, una coraza de 9; carecía de balas aceradas para perforar blindaje; solo contaba con una hélice mientras los blindados poseían dos cada uno, con notoria ventaja para sus movimientos.

El 31 de agosto recibió Grau en Arica este último grado de Contralmirante y con él espadas, joyas y medallas. A solas con su paisano y antiguo amigo Lizardo Montero, después de la ceremonia, dijo: “Todo esto está muy bien; pero, ¿Cuándo llegan las granadas Pallicer para mi buque?”

Como del carbón sale el diamante, así de la negrura de esta guerra sale Grau.

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Referencia: Jorge Basadre, Historia de la República del Perú. T. VI. Lima, 1983: Editorial Universitaria.